
En Beniaján nos enteramos de lo que queremos
En Beniaján, la Concejalía de Cultura, el Auditorio, el Centro Cultural y la propia alcaldía pedánea programan actividades durante todo el año: teatro, música, cuentacuentos, exposiciones, espectáculos infantiles… Pero la mayor parte de los vecinos se enteran, o dicen enterarse, si acaso, cuando ya ha pasado todo. La razón principal, creo, es que desde la alcaldía pedánea se comunica casi todo por Facebook. Y no todo el mundo usa Facebook. O lo usa solo para lo que le interesa. Además, las publicaciones suelen ser un cartel y poco más, sin un texto que invite, despierte la curiosidad o explique por qué ese acto merece la pena.
Un ejemplo reciente: el domingo pasado, 5 de octubre, una compañía de teatro —Cirko Psikario, de Producciones Chisgarabís— ofreció un espectáculo de clown para todos los públicos, aunque especialmente dirigido a los peques, en la puerta del Centro Cultural. Un espectáculo precioso, divertido, hecho con cariño y profesionalidad. Pero allí no habría más de 30 o 40 padres y madres, y unos 40 o 50 niños. Siendo generosos, unas 100 personas en total, en un pueblo de 11.000 habitantes.

Y no es un caso aislado. Antes del verano, en esa misma plaza, se programó un concierto de piano en directo. Tampoco llegaron a 100 asistentes. Carteles hubo, claro: en la puerta de los colegios, en el tablón del Centro Cultural… pero la mayoría pasó por delante sin mirar.
Sin embargo, para otras cosas —las fiestas de Halloween o las actividades con música, cerveza y food trucks— el pueblo se llena en cuestión de minutos. Nadie necesita ver un cartel. Nadie necesita leer el Facebook del Ayuntamiento. Nos enteramos por ciencia infusa. Como si hubiera un radar interior para detectar jolgorio.
Permítanme hacer una reflexión al respecto, porque estamos en la era de la comunicación. Verán, hay muchas cosas que fallan en la cadena de emisión y recepción de los mensajes. Y creo que lo primero a revisar es si el emisor —es decir, la alcaldía— entiende que el mundo de la comunicación ya no se mueve, o al menos no únicamente, en Facebook. Hoy en día, quien más quien menos tiene perfiles en varias redes sociales, y seguramente la que menos usa la gente joven sea Facebook. Instagram y TikTok, además de YouTube, se llevan la palma.
Descarto hablar de grupos de WhatsApp o Telegram por la dificultad de cumplir con la legislación de protección de datos, que exige hilar muy fino. Y también descarto YouTube, porque no tiene sentido crear un canal oficial solo para anunciar actos en nuestra pedanía. Pero Instagram y TikTok son casi obligatorias para comunicar eventos o anuncios a la población, dentro de un orden.
Y añado X a la ecuación, porque la alcaldía sí tiene perfil oficial en esa red social —¿no lo sabías?—. Lo puedes encontrar aquí, aunque te llevarás un chasco. ¡Ah, por cierto! El nuestro, «Beniaján al Día» en X, también está activo y lo podéis encontrar aquí. Como digo, tiene delito que no se usen los canales mayoritarios que la gente usa, sin menoscabo de cualquier otra vía. Además, no cuestan dinero, son tan sencillos de usar como Facebook, y el tiempo que se tarda en publicar es mínimo. Existen herramientas que permiten programar la misma publicación en varias redes a la vez, incluso con antelación. Y gratis. De esto hablaremos en la sección «Mundo Digital» de Beniaján al Día, donde mostraremos recursos digitales útiles.
La primera parte de la solución, o al menos un intento sencillo de implementarla, depende de la emisora. La segunda, la del receptor, ya no depende solo del número de altavoces: para quien no quiere ver ni escuchar, da igual cómo intentes comunicarle algo; no se enterará. Y esto preocupa, porque puede ser síntoma de pasotismo ante ciertos eventos culturales, lo cual sería triste; o, peor aún, que la brecha entre parte de la población y los políticos que gobiernan la pedanía sea tan grande que no quieran saber nada de lo que proponga la alcaldía. A esto se le llama polarización de la sociedad.
Existe una tercera posibilidad, tal vez la más lógica: que ni a unos les interese comunicar lo que hacen, ni a los otros les importe lo que se haga en el pueblo.
En todo caso, lo que no es de recibo es que, cuando se gasta dinero en crear eventos para el pueblo, es decir, para todos, estos no sirvan para nada —o solo para el solaz de muy pocos. Para eso, mejor ahorrar y destinarlo a otras cosas.
Y no se me ocurre proponer a la alcaldía otra herramienta gratuita para acceder directamente a la ciudadanía, más efectiva que las redes sociales, por miedo a que se queden sin excusas para seguir holgazaneando en este aspecto. Lo cierto es que existen fórmulas muy sencillas y fáciles de implementar para consultar e informar a la población, haciéndola incluso partícipe de la toma de decisiones, al menos de manera consultiva. Y, otra vez, gratis.
Vamos poco a poco. Con calma.